lundi 5 septembre 2011

Action et réaction

Acción.

La fuerza se desencadenó con celeridad en el momento en que creyó elegir lo correcto.
De todas las indignas opciones, de todo aquel saturado mal, creyó escoger lo mejor, lo mas indoloro.
Y el tomar esa decisión la hizo saber que estaba voluntariamente obligada a caminar hacía el principio del fin.

Los naipes no se barajan solos.
Y solo ella podía iniciar el juego.
Un juego cuyo final calculó geodésicamente, imponiendo de forma matemática una sola solución a la ecuación.

No habría un después tras provocar la muerte de la única persona que había prometido y cumplido no abandonarla nunca.
No existía perdón posible para tan indecente crimen.
Ni física que pudiese evitar la resolución de su propio desenlace si Ella desaparecía.

Y quizá su error fuera el pedir ayuda para despejar la incógnita. O quizá no.

Reacción.

Pero nunca se le había dado bien la formulación anticipada.
Y a cambio de su determinación solo obtuvo un castigo.
Una maldición nimia, a su parecer, por sus errores.

Relinchos de resina negra galopaban ahora por sus venas, y ese ambiguo color que hacía honor a su propio nombre pasó a reflejarse en el blanco de sus ojos.
El diagrama de oscuras raíces entre sus músculos parecía llevarle la delantera a sus sentidos.

Qué difícil es domesticar el dolor cuando ni toda la sangre vomitada servía para limpiar la culpa.
Qué complicado es convivir con un cuerpo al que repugnas.
Cómo atormentan las pieles ajenas cuando no puedes fundirlas con la tuya.

No existe equilibrio posible entre el choque de dos fuerzas con tan distinta magnitud.



Y el resultado de la suma final supuso que ni ella ni su mundo volverían a ser lo mismo.



"Cuando los dioses quieren castigarnos, atienden nuestras plegarias"
                                                                  Memorias de África

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