dimanche 24 avril 2011

Le vide qui laisse ta musique

Sencillamente no podía aceptarlo …


Se negaba a creerlo.

No era capaz de moverse.

Le faltaba el aire.

Pero aún así seguía respirando … y no tenia el valor suficiente para dejar de hacerlo.

Aunque lo hubiese deseado.

Solo pensar que sus miradas no volverían a encontrarse; que sus ásperas manos no volverían a acariciarla; que no rozaría de nuevo sus labios; que no escucharía su voz quebrada; … que la música que la embargaba el corazón cuando él estaba cerca había desaparecido para siempre …
Todo ello la destrozaba por dentro.

Nunca antes se había sentido tan perdida, tan sola.

Nunca antes había experimentados ese dolor en lo mas profundo de sus entrañas.


Y es que le necesitaba mas que a nada.

Se vio a si misma incapaz de seguir hacía adelante, de moverse o de hablar; así que se limitó a dejarse caer sobre la cama, esperando que en algún momento las lágrimas dejasen de surgir, al parecer sin mucho éxito.

Percibió la pequeña cajita de música contra su pecho.
El contacto con el metal la quemaba incandescentemente.
Se la arrancó del cuello y la lanzó contra el suelo con las pocas fuerzas que la quedaban.

Ya nada tenía importancia.
Todo daba igual.




Y en su interior no dejaban de crepitar los susurros de la musa, como en una salmodia.

“… Perdóname … Perdóname …”

Hasta que el murmullo fue desvaneciéndose poco a poco, quedándose dormida de nuevo.

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