"Estuve reflexionando la otra noche sobre nuestras vidas. Yo tengo toda la eternidad, pero tú … ¿Qué piensas hacer?"
no fuese el palpable, inequívoco e inexpugnable presente.
El aquí y el ahora. El tedioso tópico y ya mellado carpe diem.
Realmente le damos al tiempo una importancia y un valor inmerecidos.
Reconozcamos que sin nosotros, dicho término pierde notablemente su fuerza inicial.
Formamos con él una dualidad; una simetría; una suerte de relación reciproca en la que ninguno existiría sin el otro.
¿El futuro?…
Ni siquiera estaba segura del significado de la palabra.
Repasando los ejes de la historia queda demostrado que el tiempo no es lineal, como todos pensamos, si no que adquiere la forma de una inagotable e infinita espiral plagada de errores, guerras, debilidades y fallos en los que siempre caemos, otorgando al final las mismas soluciones ya propuestas.
Aquello la hacía dudar de hasta qué punto sería real aquel vocablo formado por seis simples letras.
Y qué decir del pasado …
Inexistente.
Desaparece en décimas de segundo y se transforma solo en recuerdos especiados y tergiversados por la imaginación de la intricada mente individual de cada persona.
ÉL siempre encuentra aquello que busca, porque sabe conseguir lo que desea.
Pero …¿Y yo?
¿Conozco al menos mis propios anhelos?
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